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LECCIONES DE POZOBLANCO

El pasado sábado, de repente, el panorama nacional de los rallyes de tierra se convertía en noticia, al confirmarse la muerte de dos espectadores, tras haber sido arrollados por un coche que perdió el control en una curva, en el Rallysprint de Pozoblanco, valedero para el campeonato andaluz de la especialidad.

El coche siniestrado

Para un campeonato que nunca ha trascendido más allá de los medios especializados, es un varapalo. Para la organización del Rally, un desastre sin precedentes.

Posteriores investigaciones han determinado que los espectadores fallecidos se encontraban en una zona prohibida para el público, lo cual se marca con una cinta roja.

La RFEDA tiene una normativa según la cual, las zonas donde está prohibido que se coloque el público, son encintadas de color rojo. El amarillo es para el público y el verde, son zonas reservadas a los equipos de prensa de foto y televisión. En cada prueba, se elabora un plan de seguridad que incluye qué zonas serán encintadas de qué color, dependiendo de su peligrosidad. Cabe recordar que, tanto la RFEDA como los organizadores imponen estas normas, con la mejor fé del mundo, para intentar maximizar la seguridad de los espectadores.

Normativa de la RFEDA para el encintado de los Rallyes en España.

Sorprendentemente, la FIA carece de una normativa al respecto y, en sus rallyes internacionales, la responsabilidad sobre el color de las cintas recae dentro de la ADN correspondiente.

Durante las últimas dos ediciones, he tenido el privilegio de trabajar en la organización del Rally Príncipe de Asturias, valedero para el Campeonato de España de Rallyes de Asfalto, el Campeonato Europeo de Rallyes y, hasta hace dos años, el Intercontinental Rally Challenge.

Como prueba internacional, todos los años se recibe la visita de un observador de la FIA, que vigila todos los aspectos del rally, incluyendo la seguridad. Ha sido mi experiencia que los observadores y comisarios de la FIA, al hablar del encintado, difieren en criterio sobre si es mejor un sistema “semáforo”, como el ahora adoptado por la RFEDA, o si, por contrario, las zonas prohibidas al público no deberían estar delimitadas por ningún tipo de cinta ya que, acertadamente, se estima que el público, cuando ve cinta lo asocia con una barrera, independientemente de su color.

Encintado en zig zag en la Subida a Santo Emiliano.

Puedo asegurar que resulta frustrante hasta niveles insospechados recibir, como ocurrió en la última edición, las fotos del observador de la FIA, con espectadores situados detrás de cinta roja, riéndose y mofándose, sabiendo de sobra quién les estaba fotografiando. Algunos lo hacen por un sentido de indestructibilidad, otros, por el afán de boicotear a los organizadores de la prueba, sabiendo que se recibirá un informe desfavorable.

Al final del día, se puede tentar al destino, o se puede empujar a que una prueba pierda su puntuabilidad en un campeonato por motivos de seguridad pero, ciertamente, algo con lo que hay que contar a la hora de pensar en consecuencias, son sucesos como el de Pozoblanco el pasado sábado.

No me cabe la menor duda de que, en la Escudería Sierra Morena, a pesar del terrible panorama económico que azota y castiga a los organizadores españoles, pusieron todo el esfuerzo necesario para asegurar que la prueba contase con las medidas de seguridad recomendadas desde la RFEDA.

Pero, si los espectadores continúan sin poner de su parte, y se aprovechan de estos escasos recursos para burlar las normas establecidas por los organizadores, sin duda alguna, las tragedias acabarán ocurriendo, y nadie podrá apuntar a otros responsables que los mismos aficionados.

Obsérvese la cantidad de público tras la cinta roja

Desde estas líneas, quiero expresar mi más firme apoyo a la Escudería Sierra Morena, ante lo que, sin duda, es la peor pesadilla que un organizador puede vivir, y animarles a que sigan haciendo su trabajo bien.

Pero, sobre todo, quisiera llamar a todos los aficionados a los rallyes en España, a actuar de forma responsable, ya si no es por respeto a los organizadores y federaciones competentes, por un sentido de seguridad y supervivencia de sí mismos. Es triste que tengamos que llegar a tragedias así para que muchos entiendan por qué las normas son las que son.